lunes, 30 de mayo de 2011

EL EXITO Y EL FRACASO.....

...esos dos impostores.

¿Podremos alguna vez internalizar de verdad, que no existen?
¿Podremos desenmarañar esa infinita red de mandatos que nos indican como ser, adonde ir, con quien estar, cuánto ganar?

El sábado fui a ver la opera "El sirviente" que dirigió mi muy querido amigo Eugenio Zanetti en el Teatro Colón.

Si tienen ganas de seguirme, les cuento:

Llamaron a Eugenio para dirigir esta opera difícil, con música contemporánea, o sea no cotidiana para los oídos del espectador común habituado a una música mas armónica y fácilmente reconocible para los oídos no educados de la mayoría, entre la que me cuento. Eugenio se froto las manos ya que dirigir una opera en el Colon es un deleite, un honor y un disfrute para cualquier director "exitoso".

Bien. Resulta que cuando empezó a imaginar el decorado se encontró con que todo el teatro, absolutamente todo, personal, talleres, e incluso la sala, estaban ocupados en el montaje de "La Flauta Mágica" de Mozart que dirigió hace algunos días mi otro buen amigo Sergio Renán.

Eugenio estuvo a punto de renunciar al ofrecimiento y de pronto se le ocurrió montarla en un lugar no habitual del teatro: el hall de entrada y el salón dorado que es el lugar en el que antes se tomaba algo en los entreactos. La idea era disparatada desde todo punto de vista ya que los cantantes de opera cuentan con una acústica determinada de la sala que les permite cantar sin amplificación.

Las autoridades del teatro aceptaron la propuesta no sin algo de recelo y resultó que por primera vez en mi vida vi y escuche una opera que ocurría en varios lugares ya que el espectador debía trasladarse desde el hall al salón dorado y luego volver al hall en cuyas escaleras estaban depositadas bandejas con maravillosas copas de cristal, parte de la ambientación, con personas del publico sentadas entre ellas.

Los cantantes y la orquesta tenían amplificación sonora y, por supuesto presenciaban la función algo así como doscientas personas en lugar de las mas de mil que hubieran concurrido de haberse realizado en la sala principal.

Fue un momento extraordinario.

Durante la cena posterior Eugenio nos contó que una de las cantantes se había pagado el pasaje ella misma desde Berlín, donde reside, con el solo fin de cantar esa opera y trabajar con él, que lo que a mi me había parecido un maravilloso terciopelo de seda de la bata de uno de los protagonistas había sido logrado lavando un terciopelo baratísimo comprado en el Once y luego estrujándolo y finalmente iluminándolo con una luz especial, que, en fin, todas las dificultades habían dado por resultado ese momento de belleza y emoción que esos artistas nos habían brindado.

Y el tema de conversación durante toda la cena fue precisamente ese: ¿fue un éxito? Si, sin duda. Y sin embargo no tenía ninguno de los componentes que el previamente creía necesitar para lograr un éxito. Pero trabajaron todos denodadamente con el mundo en contra, pero con claridad en el objetivo.

Comparé lo que le había pasado a él con mi presentación en el Claridge y pensé que tenían puntos de contacto: la lluvia torrencial redujo el numero de asistentes y el músico que debía acompañarme no pudo llegar y sin embargo se logró un momento de emoción tan intenso que todos lo que estábamos allí fuimos conscientes de una transformación de nuestro espíritu.

No es merito mío solamente. Si el espectador no abre su alma no se produce el milagro. Gracias a los que fueron. Y a los que no. Sus pensamientos y deseos se sintieron presentes de manera innegable.

¿Habría resultado mejor la opera si Eugenio hubiera dispuesto de todos los medios de que es capaz el teatro? ¿Habría sido "un éxito" mi presentación si no hubiera llovido?

La conclusión de esa noche de conversación alrededor de una mesa de amigos tuvo algo de ceremonia iniciática: el "éxito" es lo que ha sucedido, no lo que pudo ser. Lo que pudo ser es un delirio de nuestra mente que cree saberlo todo. Lo que verdaderamente ocurrió merece el agradecimiento de nuestro sabio espíritu. Escuchémoslo.

Los abrazo

Leonor

lunes, 23 de mayo de 2011

ACLARACION NECESARIA

Florencia: creo malinterpretaste lo escrito por mi, o no fui lo suficientemente clara, lo que es posible. Por las dudas, para vos y para todos, nunca dije que la vida es una maldicion, nunca lo diria, nunca lo dire. Hice un juego de palabras con una maldicion gitana que aprendi de mis años en España, que es cualquier cosa menos literal. Si lo lees de nuevo lo vas a comprobar.
Te abrazo
Leonor

domingo, 22 de mayo de 2011

TIEMPOS INTERESANTES

Hay una maldición gitana que dice: "Ojala te toquen vivir tiempos interesantes".

Reconozco que me gusta ese concepto porque tiempos interesantes son, por definición, tiempos difíciles. Interesante es algo que interesa, que pide nuestra atención. Y la maldición gitana se refiere precisamente a que en tiempos así, vivir es mucho más complicado. Si, efectivamente, la vida propia se construye en base a elegir constantemente y personalmente, y tomar partido por una u otra causa, efectivamente vivir es una maldición. Si, por el contrario, podemos observar activa pero contemplativamente los sucesos, la cosa cambia.

Desde hace aproximadamente diez días, la noticia de lo que ocurre pasa a ritmo vertiginoso del casamiento del Príncipe Inglés a la muerte de Bin Laden. Y cuando parecía que esa noticia se convertiría en LA NOTICIA y que sería motivo de comentario en los cenáculos ilustrados y en las mesas de café, hete aquí que el director del Fondo Monetario Internacional, se tira sobre una mucama en un hotel de New York y tengo que ocuparme de eso, tengo que tomar partido y mi cabeza estalla y mi conciencia tiembla.

¡Y por supuesto que tengo opinión sobre cada uno de esos sucesos!.

El martes fui al estreno de "La guerra de los Roses". En medio de ese hall festivo y bullicioso un notero me preguntó qué pensaba del trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo y su trabajo con los hijos de los desaparecidos. Me negué a contestar. Creo que responder en ese ámbito era banalizar el tema. No se si me entendió.

El miércoles fui a mi primer encuentro de un taller de filosofía.

El jueves fuimos informados de que "Herederos..." había hecho 25 puntos de rating.

El viernes fui al cine a ver "Poder que mata". Me gustó la película porque en su momento seguí el caso, absolutamente real, con interés.

El sábado leo en Nación un artículo escrito por Gustavo Noriega que se llama "Ojos bien abiertos" en el que desarrolla el concepto de vida pública como opuesto a vida privada y de como esos límites se han desdibujado. Me parece que hay que leerlo. Si lo consiguen háganlo.

Creo que el miércoles comienzan las acampadas en Madrid de los descontentos. En el momento que escribo esto se han multiplicado por muchas ciudades del mundo. ¿Alguno de ustedes pregunta si se logra algo con eso?. En términos concretos no lo sé. Si los indignados cambiaran el rumbo de la política y de la historia me parece poco probable. Pero lo hicieron. Estuvieron allí y se manifestaron pacifica y silenciosamente. Y estoy segura de que cada uno de ellos sintió, o siente porqué en este mismo momento están allí, que han elegido bien, que están donde querían estar, intentando algo. No importa el resultado. Hago lo que creo que hay que hacer y dejo al universo agregar los otros ingredientes. El resultado no está en mis manos pero cuando el destino puso algo delante mismo de mis ojos no lo dejé pasar.

Así es siempre, no lo olviden. Nunca estará completamente en mis manos el resultado de algo, pero no tengo excusa para no hacer las cosas bien. Aunque después se tuerzan y no me guste donde fueron a parar. Lo mío, la infinitesimal participación que me corresponde está bien hecha. Y si es así, parte de la cosecha será mía, denlo por seguro.

Estamos obligados a elegir, a cada paso, cada instante de nuestras vidas y tenemos que elegir lo que es bueno para todos no solo para mi.

Hace falta mucho coraje. Estos son los tiempos interesantes. ¡A vivirlos!

Los abrazo

Leonor

domingo, 15 de mayo de 2011

QUIEN BUSCA ENCUENTRA.

Mi padre contaba un chiste que a él le hacía mucha gracia y a mi no. Simplemente no lo entendía. Pasaron muchos años hasta que caí en la cuenta de que no lo entendía porque, en realidad, no era un chiste. El decía que un borracho buscaba algo que se le había perdido a la luz de un farol en la vereda. Venía alguien y le preguntaba: "¿pero lo perdiste aquí?" A lo que el contestaba: "No, pero lo busco aquí porque aquí hay luz". Y mi padre se reía mucho ante mi impasividad.

Pasaron los años, y también su vida, y pude desentrañar el secreto de aquel cuento.
Si buscamos, tenemos que buscar donde hay luz. Pero también saber qué estamos buscando.

Suele pasarme, sobre todo cuando miro televisión o leo diarios y revistas, que empieza a embargarme algo parecido a un desasosiego que si no lo traigo a la razón se convierte fácilmente en angustia. Y esto tiene que ver con los modelos que me son propuestos desde esos medios de comunicación: todos son bellos, jóvenes, terriblemente exitosos, felices, se ríen mucho, están bien vestidos, o por el contrario unas amas de casa absolutamente imbéciles cuya mayor preocupación es cómo sacar una mancha de la ropa ante una niña impertinente que le grita, a su madre: "lavala otra vez!!!!!!!". O la amenaza de los gérmenes que acabarán con mi vida y la de todos mis seres queridos y entonces debo rociar mi casa y mi perro y mi baño y mis amigos con unos desinfectantes que anulan completamente el sistema defensivo del organismo que sabe muy bien como trabajar y defenderse. ¿Qué hacer entonces? ¿Prohibirle a un niño que esté en contacto con su perro? ¿Qué hacer cuando un bebe gatea? ¿Ir por delante limpiando el suelo con el susodicho desinfectante? ¿Lavarle las manos treinta veces al día a un chico en edad escolar? ¿Soñar con un compañero de vida que ante el chasquido de sus dedos consiga que las mujeres se desnuden, los fotógrafos lo persigan y tenga un millón de dólares en su bolsillo?

No quiero eso para mi vida. Pero entonces, ¿qué quiero? Quiero que mis hijos y mis amigos y yo misma sepamos que la vida tiene un transcurrir con altibajos y que no todos somos un anuncio de televisión. Somos algo mucho mejor que eso, somos un manojo de masa humana con posibilidad de adquirir conciencia, de ser sensibles, solidarios, felices y tristes, pero sobre todo tenemos la infinita riqueza de la posibilidad de ser únicos. Nadie, ningún otro ser humano tiene la mas remota posibilidad de parecérseme, tengo la libertad de elegir como ser, y allí esta la clave, en el elegir, privilegio de la especie que puede o no ser adquirido. Y esta es una época difícil para eso porque el exceso de información hace que no sepamos buscar. ¿Nunca les paso empezar a navegar por Google y terminar diciendo, como llegué aquí? ¿Qué estaba buscando? Esta no era la información que yo quería.

Cuando voy a un museo, a los grandes e importantes como el Louvre o El Prado entro directamente a la sala en la que se encuentra el pintor que vine a ver, y miro y me voy porque si cedo a la tentación de recorrerlo todo puedo salir, como me ha pasado, con un dolor de cabeza y un mareo insoportable.

A este punto quería llegar: tenemos que saber que queremos ser y como, para no perdernos en el cumulo de posibilidades falsas que nos brinda el medio en el que vivimos.

El progreso es tal si logramos ponerlo a nuestro servicio y no al revés.

No busquemos en la oscuridad, busquemos en la luz, tal vez no encontremos lo que creíamos que se nos había perdido y en cambio aparezca una posibilidad que no sabíamos que existía. Ir hacia adentro es el único camino, con obstinación y sin autocompasión.

Gracias por permitirme traer el recuerdo de mi padre y brindarle un homenaje. Yo se que él se sentiría muy contento si se enterara de que por fin su necia hija de entonces entendio el significado de su cuento. A lo mejor se enteró... quien sabe...

Loa abrazo

Leonor

P/D. Leyéndolos me preguntaba: ¿Qué tiene de malo ofrecer amor y correr el riesgo de ser rechazado? El orgullo sale un poco chamuscado pero el alma engrandecida. Vale la pena, ¿no?

domingo, 8 de mayo de 2011

DECIR TE QUIERO

Decir te quiero es difícil porque es casi un tabú. De niños escuchamos que los padres declaran su amor incondicional y eterno por los hijos, pero rara vez lo expresan sin una razón que lo justifique, así porque sí.

Los hijos tampoco lo hacen.

El "te quiero" soporta un peso enorme sobre sus espaldas: es un compromiso, debe ser para siempre, tiene connotaciones sexuales, requiere demostraciones permanentes, "si me quiere ¿porqué no me lo demuestra?", ¿porqué no me manda flores? ¿porqué no se acuerda de la fecha de mi cumpleaños? ¿o de nuestro aniversario? ¿porqué hace tal cosa que sabe que me molesta? ¿no dice que me quiere?

Y entonces?!!!!!!!!

Pero resulta que el amor, el AMOR AMOR, en cualquiera de sus manifestaciones, no tiene nada que ver con eso.

Amar eleva al que siente amor más que a su destinatario. El amor verdadero no es usado nunca como premio o castigo. No tiene que durar toda la vida. No espera recompensas. No se siente dueño de la persona amada. ¿Cuántas veces hemos escuchado, especialmente de niños, si no te portas bien no te quiero más?

Y entonces crecemos siendo rehenes de aquel que dice amarnos: padre, madre, hermano, amigo, amante. Si no coincidimos con la idea que tiene de cómo debemos ser, perderemos el favor de ser amados. Y resulta que muchas veces nos amoldamos, en contra de nuestros deseos, a una manera de vivir que nos modela, nos moldea, nos exige, determinados comportamientos para ser aceptados.

Y eso no puede tener nada que ver con el amor!!!!!!!!!!!!!!

Y si no reflexionamos empezamos nosotros a ser el secuestrador del "otro", de ese otro que nos exige, y nos comportamos igual, indagamos, requerimos, demandamos, y al cabo de un tiempo, poco tiempo se los aseguro, eso que debía ser el paraíso en la tierra en el caso de las parejas, se convierte tal vez, no en un infierno, pero sí en una ficción en la que dos personas pretenden ser de tal o cual manera que no son, con la mera intención de agradar al otro y no perderlo.

Ese otro quiere a alguien que no soy yo. Ese otro se inventó a un ser de acuerdo a sus necesidades e inseguridades y tal vez no sea yo esa persona. Y trabajar para solucionarle los problemas de infancia de los que pasan por nuestra vida no es una buena tarea. Salvo que se sea maestro, terapeuta, o guía. Pero entonces no estaríamos hablando del amor en la pareja o en la amistad.

Créanme, se puede amar incondicionalmente, se puede amar por un ratito, se puede amar a alguien impensable para nuestra imaginación y luego dejarlo ir, y atesorar la experiencia de haber amado. Es demasiado grande el amor para pedirle, además, duración eterna en el tiempo. Felices los que lo logran.

Cuando miro para atrás y pienso en las personas que he amado, hablo de parejas y de amigos y amigas, y mis ojos de hoy no los reconocen, acepto que mis ojos de entonces los amaron y guardo un precioso recuerdo de ellos en mi corazón. En un momento fuimos cercanos, nos contamos confidencias, creímos en ellos y ellos en nosotros, nos acompañamos un trecho del camino, corto o largo, y luego nos dijimos adiós. Y a veces ese adiós no fue muy fácil. Hemos llorado por alguien, han llorado por nosotros. Las cuentas están saldadas, el tiempo se encarga. Y nuestro espíritu que perdona y que busca ser mejor con cada segundo de vida que transcurre.

Amaré siempre a los que amé y ya no amo.

Una vez escribí: "prometo no preguntar donde has estado, ni con quien, prometo". Esa frase pertenece a una novela pero hace poco la encontré y al leerla pensé que era aplicable a la realidad y que si podía ponerla en practica sería mucho más feliz.

Los abrazo

Leonor

P/D. El 24 de mayo leeré cartas y poemas en el hotel Claridge.

domingo, 1 de mayo de 2011

LO INESPERADO, SIEMPRE

Leo la fecha de la ultima vez que escribí en el blog y siento que tendría que haber escrito antes, que ha pasado mucho tiempo, demasiado. Porque sé que ustedes esperan, y yo acudo gozosamente a este encuentro. Y hubiera podido escribir antes si me conformara con informar banalidades acerca de mi vida o mi trabajo.

Pero mi obligación es otra, y si yo propuse desde el libro estos encuentros, cuya periodicidad fue encontrando su propio ritmo, fue porque presumo que tengo cosas para decirles que les pueden servir en el camino de la vida. Y son cosas completamente diferentes a las que, ingenuamente, pensé que podían interesar. Ingenuamente, o mejor, ignorantemente, supuse que los visitantes de este sitio serían otros. Inventé mujeres mayores, hombres algo desconcertados con este cambio tan radical en la conducta de las mujeres. Y me pregunto: ¿quién me mandó? Si hace tiempo se que lo inesperado ocurre siempre, siempre.

Pero un plan ayuda, me dirán, un sueño, un proyecto. Claro que ayuda! Es más, es una obligación tenerlos. Estamos obligados a ser disparatadamente esperanzados acerca de nuestra propia vida. Pero tenemos que saber también que el surf es el deporte preferido de los dioses y mantenernos a flote es lo nuestro. Y caernos, y mantener la respiración dentro del agua hasta que el impulso del agua misma nos lleve otra vez hacia la superficie.

Y vencer al miedo, ese conspirador interno brutal e impiadoso con el que tenemos la obligación de convivir sin haberlo pedido. Eso es lo nuestro.

Porque de lo que nos olvidamos es que a veces, muchas veces, lo que no esperábamos es mejor que el plan original. Me está pasando con este blog. Es infinitamente más satisfactorio y gratificante para mi vincularme con ustedes que con la gente que imaginé acudiría a mi convocatoria. Y me pregunto qué está pasando, y me he inventado una razón que a mi me gusta pero que puede perfectamente no ser la correcta.

Pasa que si hago memoria, cuando era joven no quería parecerme a nadie mayor que yo que estuviera cerca o que fuera un posible referente. Todos los espejos en los que podía mirarme eran espejos deformantes como los de lo parques de diversiones y buscaba desesperadamente alguien con una linterna intelectual, moral o ética que marcara un camino. Todos lo mayores que me rodeaban, aunque eran inteligentes, muchos brillantes, eran personas comúnmente bastante desencantadas de la vida y con el ingrediente de la alegría y el goce escasamente incorporado.

Los referentes estaban en los libros o habían muerto. Claro que no existía la televisión y un vínculo como éste que mantenemos era impensable.

Pero cambiaron los tiempos y las posibilidades y me gusta pensar que, a pesar de lo difícil que resulta la vida en este nuevo siglo, y la dificultad que encontramos todos en la construcción de nuestro camino, estos avances tecnológicos nos tienden una mano y nos ponen en contacto con mentes y almas deseosos de un abrazo inteligente, aunque no nos conozcamos y solo tengamos del otro un retrato aproximado.

Si soy eso para ustedes háganmelo saber.

Si la respuesta es si, sepan comprender entonces que a veces tardé en volver a escribir. Es porque busco para traer a este espacio algo mas nutriente que lo que puedo decir en las revistas o en la televisión. Esto, este espacio, no es para vender nada, es para buscadores y encontradores de destino.

Los abrazo

Leonor.