El diario de viaje de los antiguos
implicaba contar qué sucedía en el día a día. Las cosas concretas, las
necesidades, los problemas a solucionar, tal vez el hambre.
Hoy un diario de viaje es mucho más metafórico
y psicológico. El lenguaje ha dejado de ser lineal porque nosotros hemos dejado
de ser lineales.
Si yo cuento lo que han sido los días de
mis dos ultimas semanas contaré, seguramente, mi viaje a Paraguay y de cómo fue
la emoción de asistir al estreno de una película producida por mi hijo y de
cómo fue reconocido públicamente y de cómo yo sentí “misión cumplida” respecto
de su crianza y crecimiento.
¿Contaré la ropa que puse en la maleta y de cómo
hice y deshice la dichosa valija en cuestión de horas y me levanté a las cuatro
de la mañana para poder volar a Buenos Aires y llegar a tiempo a otro vuelo que
me trajo a Madrid? Lo dudo.
Sentiré que tengo que hablar de mis emociones y de
mis estados de animo y del significado profundo de mis vaivenes mentales.
Si en cambio de tratara de una película,
pondría al personaje, yo en este caso, a doblar cuidadosamente las prendas
tratando de no olvidar nada que pudiera necesitar en las eventuales
entrevistas. Los maquillajes, los zapatos, los perfumes.
Cómo llené de comida
el cuenco de mis gatos para que tuvieran suficiente hasta que llegara el lunes
la persona que los cuida en mi ausencia. Cómo caminé ayer por las calles del
mercado, disfrutando el mezclarme entre personas de etnias diferentes. Cómo
compré una esponja para bañarme, y manzanas y un queso blanco y tierno que no
se consigue en ninguna otra parte del mundo.
Y de cómo en este momento he
abierto las ventanas y miro a las personas que buscan en la plaza un lugar para
tomar el café de la mañana. Simplemente miro. No saco conclusiones, como suelo
hacerlo, acerca de la humanidad y sus costumbres, lo profano y lo sagrado.
Y
todo eso porque supongo que se espera de mi una conclusión inteligente y
flechas éticas y morales que ayudan a los que están perdidos, o tristes o
frustrados.
Hoy soy esto y no me parece más
importante la crisis mundial que la tostada de pan de semillas que me comeré
dentro de un rato.
¿Será esto el momento a momento? Nada hay
que yo pueda hacer diferente de lo que estoy haciendo. Nada que cambie el curso
de las cosas. Y, curiosamente, no me siento más banal que otras veces. Tal vez
algo más “biológica” que pensante. Y el resultado es sorprendentemente
agradable.
Los abrazo, esta vez con el deseo de que
experimenten alguna vez un estado semejante.
La experiencia vale la pena.
Leonor.
P/D.
Anoche leí en una revista un reportaje a la nuera de Bernard Maddoff, el
magnate que estafó a miles de personas y que hoy se encuentra en la cárcel. Su
marido, el hijo del señor Maddoff, se
suicidó el año pasado porque no pudo soportar vivir con lo que había hecho su
progenitor, y porque el mundo sospechaba que él no podía no estar al tanto de
los manejos de su padre. Ella lee una esquela que su marido dejó para su padre
en la que dice: “¿Necesitabas hacerle esto a la gente? Me avergüenza ser tu
hijo. Vete a la mierda”.
Luego de eso se pegó un tiro.
Yo le creo.
Querida Leonor, qué bueno que estés disfrutando tan plenamente de cada instante...leer tu post me transmite esa sensación, la de una mujer que se conecta con cada instante en forma intensa, consciente y plena.
ResponderEliminarSentir la vida es muy importante; pensarla es interesante y nos ayuda mucho a crecer, a madurar...pero sentirla, sumergirse en cada momento y vivirlo como lo que es, un momento único e irrepetible, es de una plenitud increíble.Es GOCE puro...
Te deseo que puedas seguir gozando de cada instante de este viaje, felicitaciones para tu hijo por la producción de la película que tanta satisfacción le ha traído a él y se nota que a vos también, lo cual es buenísimo.
De Paraguay a Buenos Aires para hacer la conexión con Madrid...qué lindo viaje Leonor!!
Que lo sigas pasando muy bien y gracias por compartir con nosotros lo que has estado viviendo y vivís en estas semanas.
¡¡Abrazos para vos y para todos los compañeros del blog!!
María Marta
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola Leonor y Compañeros .
ResponderEliminarOjala disfrutes de tu viaje y como dice Maria Marta,hay que disfrutar cada Instante.
Felicitaciones por tu hijo!Ojala le vaya bien con su película.
La Post Data es realmente fuerte,quitarse la vida por no soportar lo que hizo su propio padre.
Podria haber tomado otra desicion mas saludable como como romper todo vinculo ,no verlo mas o cambiarse el el apellido ya q en EEUU a dif de nuestro Pais es mas facil cambiarse el apellido segun a mi entender.Hasta pudo rehacer su vida.
Pero eligió el suicidio ,no pudo soportar el peso de la mochila q le dejo su padre y se quito la vida,para mi una persona q se quita la vida es alguien q no sabe apreciarla.
La vida esta llena de situaciones q hay que enfrentar y hay que saber enfrentarlas.Lo mejor es enfrentarlas a la manera de uno mismo.
Aunque sea en la vida hay que permitirse un momento para disfrutar.
Como decia mi abuela,la vida es corta,hay q aprovecharla al máximo posible .
Saludos
Pablo
“Y todo eso porque supongo que se espera de mi una conclusión inteligente y flechas éticas y morales que ayudan a los que están perdidos, o tristes o frustrados.
ResponderEliminarHOY SOY ESTO y no me parece más importante la crisis mundial que la tostada de pan de semillas que me comeré dentro de un rato.”
Sé eso y mucho más, esa es tu mejor manera de volar, eso va a ser lo mejor que puedas dejarle a los demás. ME ENCANTO LO QUE DIJISTE.
Creo que si el que está perdido es un poquito inteligente y realmente tiene ganas de crecer, sabe mirar, sabe escuchar y va a estar atento para tomarlo como los mejores ejemplos.
Me gusta escuchar a las personas hablar así, me hacen dar cuenta de importantísimos detalles de vida que muchas veces no tengo presente, y por sobre todo me producen emoción.
Yo también le creo, sin embargo pienso que tomo el camino más fácil. No puedo juzgarlo, sé lo que se siente avergonzarse de un padre (biológicamente hablando).
Disiento lo de cambiar la identidad Pablo, puede satisfacerte por un rato, pero no es remedio. Tu sangre, tu origen no los vas a poder cambiar. Vayamos donde vayamos, cambiemos de gente, de apellido, nombre, todo lo que se te ocurra, vas a seguir siendo su hijo.
Lo importante para mi, o lo que me sirvió a mi en mi experiencia, es ver el lado bueno de la vida, la buena gente que te acompaña, poder desprenderte de los prejuicios que los demás puedan hacer, justamente por ser hijo de personas a las quienes no elegimos nosotros como padres. Tirar a la basura esa carga de culpas ajenas, poder aprender de sus errores y decir “no esto yo no lo quiero hacer, yo no quiero ser así”, y demostrarte y demostrarle al mundo que vos no sos igual. No es fácil, pero se puede salir de eso.
Abrazo.
Bruna.