domingo, 26 de junio de 2011

UNA ALDEA LLAMADA BLOG

¿Para qué sirve el blog?

¿Para qué llevamos este blog?

¿Para qué entramos y escribimos lo que pensamos y sentimos?

Si la respuesta es “para comunicarnos”, “para hacer amigos”, “para intercambiar ideas”, me parece poco, y ya demasiado poco si es para estar en contacto con una persona conocida, yo en este caso, por mas que a esa persona la adornemos con virtudes extraordinarias y tengamos acerca de ella las mejores opiniones...

Y pensé que el peligro era fabricar una realidad virtual en la que nos sentimos protegidos y todos nos tratamos con mucho cariño, y nos escuchamos y nos defendemos del hostil mundo exterior. Quiero aclarar que me incluyo en lo que acabo de escribir. Y nada de eso estaría mal, incluso si fueran esas las únicas razones para hacerlo.

Pero creo que podemos empujar el horizonte, siempre podemos, y usar esto que obtenemos entre todos para salir al mundo fortalecidos y provocar ese cambio que puede lograr cualquier ser humano que se ha encontrado a si mismo.

Que el blog no sea un refugio, que sea un reservorio al que acudo para obtener material para mi progreso humano. Como si fuera un soldado que acude al arsenal para buscar armas para salir al campo de batalla. Si cada uno de nosotros se propone convertirse en un ser fuerte ante la adversidad, que inevitablemente ofrece el mundo en que vivimos actualmente, habremos logrado un objetivo digno de mención.

Si por el contrario usamos estos intercambios como un lugar seguro en el que lamentarnos de nuestra pobre suerte, y solo eso, mala cosa.

Hay algo muy seductor en tener interlocutores casi anónimos a los que puedo acudir cada vez que quiero, y contar cosas personales con la certeza de tener una respuesta amable.

E, insisto, no hay nada malo en ello.

Pero no estaría de mas preguntarnos si somos todo el día y todo el tiempo y con todas las personas, tan amables y comprensivos como somos cada vez que entramos a leer y/o contestar lo que ha escrito un habitante de esta aldea.

Lo que tiene tácitamente de bueno el blog, es que hay que escribirlo.

Y para escribir tengo que pensar, y organizar esos pensamientos en palabras para ser comprendido por el otro. Y entonces me pregunto: ¿pienso siempre antes de hablar? ¿organizo mi lenguaje de modo tal de ser comprendido por “el otro”? ¿ese otro del que no conozco ni su historia ni su nombre? ¿ese otro con el que me cruzo por la calle y con el que, inevitablemente, estoy en contacto aunque no quiera? ¿trato al “otro” como quiero ser tratado?

Kant, el filosofo, dijo que la respuesta para saber si algo esta bien o esta mal en nuestra propia conducta es contestar a la pregunta: ¿podría universalizarse lo que hago?.

Llevarme una cuchara que me gusta de un bar o un hotel, no es grave. ¿Y si todos nos lleváramos las cucharas que nos gustan? ¿y si todos descalificáramos a los que no piensan como nosotros? ¿si nadie pidiera mas por favor o dijera gracias? ¿si todos nos diéramos el derecho de maltratar o incluso golpear al integrante del equipo contrario?

Y cuando digo todos quiero decir todos.

Si, todos los hombres del mundo...

Soy realista y se que la hostilidad es la moneda corriente en la vida actual, y no se trata siempre de poner la otra mejilla. No me atrevería a decir que es fácil, pero si me atrevo a decir que el solo pensarlo, el solo traerlo a la conciencia, ya hace diferencia.

Si el blog sirve para obtener un pasaporte que nos habilite como ciudadanos de un planeta lleno de diversidades en vez de ser solo habitantes de una aldea cerrada, por mas que allí se sienta calor y protección, habremos cumplido nuestro objetivo.

La intemperie es dura, pero necesaria.

Los abrazo

Leonor

P/D. A mi me cuesta mantener mis buenos modales y mi comprensión ante los perezosos, ante los que no realizan su trabajo con excelencia y luego culpan al destino de su mala suerte. ¿Y a ustedes?

lunes, 20 de junio de 2011

ERIKA Y EKATERINA

Cuando decidí escribir acerca del cuerpo supuse que podría haber divergencias de criterio. Creo que las esperaba. Me imaginé posturas a favor del espíritu como supremacía absoluta. O de la mente, que según los cientificistas es la que domina todo.

Y resulta que el lugar en el que hizo centro el tema es en el cuerpo mismo y en su materialidad mas indudable: los kilos de más o de menos que nos atribuimos la mayoría de las mujeres.

Y debo confesar que lo celebro.

Celebro la confesión de que lo que queremos es gustar y ser aceptadas, y a la vez la conciencia absoluta de lo perverso del modelo que se pretende imponer desde los medios. No es frívolo ni superficial querer ser atractivo, pero atractivo se puede ser con cualquier peso y a cualquier edad. No hay reglas ni tablas. Solo la salud es la medida. Por mi parte debo confesar que cualquier mujer con diez kilos arriba de “lo que dicen” que hay que pesar, me parece atractiva siempre y cuando a ella no le importe y lo lleve con alegría.

Erika querida: si hablo de la comida y de mi manera de alimentarme no es porque esté a favor de la delgadez extrema como creo que has entendido. Una prueba de ello es que la palabra delgadez no figura en lo que escribí la semana pasada y jamás la propongo como meta. Si hablo de ello es porque fue mi problema durante muchos años, fue una “adicción”, así, sin atenuantes, y aun hoy estoy alerta en determinadas situaciones. Y te hago una pregunta para que me la contestes con una mano en el corazón: ¿dirías que no estás de acuerdo conmigo si mi problema hubiera sido con el alcohol o con las drogas? Reconozco que mi alegría por haber superado aquellos tiempos es tan grande, que es probable que a veces me ponga algo pesada. Pero es porque creo que el camino para salir de una adicción es un camino que sirve casi para cualquier propósito, incluida la adicción a personas, y a situaciones que nos dañan. Es un entrenamiento que incluye el cuerpo, la mente y el espíritu. En mi caso, y luego de una lucha de muchos años, solo cuando logré incorporar una cierta manera de comer como una meta de mi espíritu pude obtener resultados verdaderos.

Los que han leído mi libro es probable que recuerden una frase que dice más o menos así:

“Una mujer que huele a rosas, con una camisa impecable, el pelo brillante y de buen humor, es atractiva tenga los años que tenga y pese los kilos que pese”.

Tal vez la parte más difícil de conseguir sea el buen humor, y eso, más que ninguna otra cosa, está en las manos de cada uno.

Ekaterina: es enorme la emoción que me produjo tu mensaje. Yo estuve en tu país dos veces como invitada al Festival Cinematográfico de Moscú, y llevo en el alma para siempre la enorme calidez de los rusos, su hospitalidad genuina y su alegría. Una parte no menor de esos luminosos recuerdos son las intérpretes que tuve en ambos viajes: preciosas y entusiastas estudiantes de castellano que me cuidaron amorosamente y me guiaron por costumbres tan diferentes de las mías. Si pudieras hablar con mis amigos te contarían que, de vez en cuando, repito un discurso en ruso que aprendí por fonética para agradecer una distinción desde el escenario y que produjo un enorme asombro entre los asistentes, tanto que en la recepción posterior en la Embajada se dirigían a mí en ruso pensando que dominaba el idioma.

Respecto de lo que me preguntas acerca de la posibilidad de traducir lo que escribo en el blog te contesto que nunca esperé que algo así pudiera producirse y que me asombra y me emociona y me llena, si es posible, de mayor responsabilidad. Escribir pensamientos se parece a disparar una flecha solo que, como en este caso, no sabes donde irá a parar.

Mi respuesta es sí, puedes hacerlo, con una condición: la necesaria ida y vuelta. Si alguna integrante de tu grupo quiere escribirnos algo te tomaras el trabajo de traducir del ruso al castellano lo que quiera decirnos y será el inicio de una enorme cadena de la que vemos el principio pero no el fin. Lo que la hace aun más apasionante.

Lo que está ocurriendo es la vida. Celebrémosla.

Los abrazo

Leonor.

domingo, 12 de junio de 2011

CUERPO

Creo firmemente que somos lo que comemos.

Que ese conglomerado asombroso que es nuestro cuerpo, y que funciona independientemente de nuestra voluntad, necesita alimento saludable. Hay opiniones en el sentido de que el espíritu es más importante que el cuerpo.

Sinceramente, no lo sé. Todo, absolutamente todo lo que le pasa a mi espíritu, le pasa porque tengo un cuerpo. Todo lo que le pasa a mi mente le pasa porque mi mente habita en mi cuerpo. ¿Dónde? Tampoco lo sé.

Mi cerebro no es mi mente. Esa maquinaria indescifrable y maravillosa que siglos de estudio no han llegado a entender completamente que es mi cerebro, no es mi conciencia. Antes decían que el amor habitaba en el corazón, ahora dicen que no. Que es mi cerebro el que recibe el estimulo placentero de una persona que me gusta, ya sea que me entre por los ojos, por el olor, o por el tacto, y que ese solo estimulo pone en funcionamiento una red de conexiones neuronales, las que a su vez les ordenan a mis hormonas segregar una serie de sustancias, y que por eso me ruborizo, transpiro, se aceleran mis latidos y hasta tartamudeo.

Lo mismo pasa si la persona me disgusta pero al revés. Se me cierra el estomago, se contracturan mis músculos, el hígado segrega en exceso sustancias perjudiciales y poco después digo: “la comida me cayó mal”, “no ando bien del estomago”, “no tengo que comer mas chocolate”, sin acordarme para nada de la persona o hecho que provocó el episodio. Y resulta que si se repite la situación de placer diré que estoy enamorada y si ocurre lo contrario terminaré con un ataque al hígado o una ulcera.

Y todo porque tengo un cuerpo.

Y no conozco el lugar en el que habita el placer. Ni el conocimiento, ni mis emociones, sensaciones o percepciones. Ni el odio o la alegría. Solo los conozco por sus resultados.

¿Por qué me acuerdo de mi abuela sacándome los piojos en las siestas de mi Paraná natal? ¿Adónde está ese archivo? ¿En algún lugar de mi cabeza? ¿Quién se acordaría de mi abuela si yo no tuviera un cuerpo?

Cualquiera que haya visto peligrar su salud alguna vez sabe que no hay nada más importante. Y si estamos de acuerdo en que somos cuerpo, mente y espíritu, también estaremos de acuerdo en que cualquiera de ellos que no funcione bien puede enfermar a los otros dos. ¿Es posible que una persona con su cuerpo enfermo tenga sensación de felicidad? Difícil. ¿Puede ser que alguien con permanentes pensamientos hostiles hacia la vida y el mundo tenga un cuerpo que funcione a la perfección? Menos que probable.

Empecé hablando de la comida por propia experiencia. Mi vida, por cierto plagada de vicisitudes, comenzó a armonizarse cuando pude elegir los alimentos para nutrir mi cuerpo. Cuando fui libre. Durante mucho tiempo no lo fui. Algo, que no era mi voluntad, elegía por mí. Y elegía mal. Cuando pude decidir libremente el qué, el cuánto y el cómo alimentarme, aparecieron beneficios colaterales totalmente sorpresivos e inesperados, y no solo físicos, también mentales y espirituales.

Una vez mas haré la advertencia de que lo que es bueno para mi no tiene que serlo para todos. Cada uno debe buscar su manera de convertirse en un ser libre y feliz.

Cada uno sabe.

Hay tantos caminos como habitantes tiene este planeta.

Sin embargo, creo que hay características comunes a las buenas personas: son generalmente amables, no les cuesta ponerse en el lugar del otro, no juzgan, no son chismosas, son discretas, son pulcras físicamente, y hasta me atrevería a decir que tienen buen humor.

Hacer foco en el cuerpo suele dar buenos resultados. Les deseo suerte.

Los abrazo

Leonor

P/D. Que quede claro: leo cuidadosamente todo lo que escriben. Me emociona la interrelación que se ha dado entre ustedes. Cuando no contesto una pregunta es porque creo que no debo contestarla.

Leandro: ¿realmente necesitas mi opinión acerca de la violencia contra las mujeres? Me parece muy bien tu proyecto pero tenés que llevarlo a cabo sabiendo que el mundo no es justo y que las mujeres han sido maltratadas de una u otra forma desde el principio de los tiempos. ¿Cambiará tu denuncia la situación? Probablemente no, pero tenes que hacerlo porque vos vas a ser mejor persona. De eso trata el nada cínico “granito de arena”.

lunes, 6 de junio de 2011

LA FUERZA DE LAS COSAS QUE PASAN

Estoy en un descanso de la filmación de “Herederos…”.

Llueve y miro los arboles mojados a través de la ventana de mi camarín. Es un camarín amplio y alegre. Tal vez sea alegre porque me he ocupado de que lo sea.

Traje cuadros y una alfombra. Tengo un rato largo de descanso porque ha habido cambios en el orden de las escenas. Yo misma llegué tarde porque estaba cortada la Avda. Figueroa Alcorta por una protesta, y a esa hora, las ocho de la mañana, se produjo un atasco colosal del que se tardó mucho en salir, y el trayecto que habitualmente recorro en treinta minutos hoy me llevó dos horas.

Ayer quise escribir para el blog pero estuve sin Internet casi todo el día por eso hoy traje la computadora conmigo y aquí estoy.

Tanto el atasco de hoy, como la falta de Internet de ayer, no me provocaron demasiada inquietud. Puedo tomar con bastante calma los problemas que modifican el curso normal de las cosas cuando claramente no dependen de mi.

Aclaración necesaria: hoy me levanté con tiempo suficiente para hacer todo lo que hago, ducha, desayuno, diario, y demás, y llegar a horario a la grabación. Lo hago todos los días, es mi rutina placentera, no porque me guste especialmente levantarme a las seis de la mañana y manejar cuarenta minutos hasta un estudio de televisión, es porque DEBO HACERLO, y hace tiempo aprendí que amar lo que se hace es una receta casi infalible de bienestar bastante próxima a la felicidad.

Pero hoy, algo ajeno a mi, hizo que mi plan original se torciera, llegué tarde y ayer no pude escribir en el blog, pero transité con bastante calma entre los miles de autos que estaban en la misma situación que yo, envié dos o tres mensajes de texto y traje mi laptop al trabajo.

Lo que quiero decir es que todo lo que estaba a mi alcance fue hecho y eso es lo que me hace aceptar las cosas que suceden aunque no resulten lo planeado. Y eso no tiene nada que ver con la resignación, esa es la aceptación activa de lo que no está en mis manos cambiar.

Mírenlo de esta manera: siempre, pero siempre, tengo que dejar espacio para que la vida actué de forma imprevista, y eso no me exime de hacer lo que tengo que hacer con excelencia. Y tener la mente abierta y las expectativas flexibles. Lo opuesto es intento de control que, bien sabido es, es receta infalible para el malestar y la infelicidad.

Los abrazo

Leonor

P/D 1) Bruna, nuestra compañera de blog, que vive y estudia en Casilda, Pcia. De Santa Fe, propuso a los directores de su escuela una visita mía para dar una charla sobre imagen y sonido ya que están elaborando un corto para un curso especial. Iré a Casilda por un día porque pienso que, efectivamente, puedo ser útil y aportar cierto conocimiento que tengo sobre la materia a gente más joven que busca su camino.
Es una de las cosas para las que vine a esta vida.

P/D 2) Hace tiempo que sé que el paso del tiempo no significa madurez o sabiduría.
Se puede ser viejo y estúpido o joven y de mente deslumbrante. O todo lo contrario.
No creo en las generaciones. Celebro los años de todos los integrantes del blog, y su sabiduría y la alegría expuesta en cada palabra. Créanme, eso no lo logra el paso del tiempo. Es una chispa divina y muy, pero muy misteriosa. Y cada uno de nosotros puede celebrar el ser portador de semejante don. Pero no es para vanagloriarse, es para alimentarlo, hacer mejor y más felices las vidas de los que nos rodean. Los que lo posean, cuídenlo. No se lo den a quien no quiere tenerlo.

Los abrazo nuevamente.