domingo, 27 de noviembre de 2011

VIVIR SIN ESPERANZA

Leo en la prensa española: "La persecución que sufren las mujeres requiere una determinación total y global. Cada día 356 mujeres denuncian en España a un hombre por agresión" (normalmente pareja o ex pareja).

En Arabia Saudí la mitad de la población vive en libertad condicional: "las saudíes no pueden conducir ni viajar ni salir solas sin la compañía de un varón de la familia".

El diario Nación de Argentina del 26 de noviembre publica que una periodista francesa fue violada por un grupo de hombres en la plaza Tahrir de El Cairo, en pleno día y a la vista de todos.

Esos son hombres de los que quieren cambiar el mundo. ¿O no eran esos? ¿Todos los otros si y esos no? ¿Quién soy yo para dudarlo? Y entonces se da la paradoja de que un grupo de hombres que se movilizan para cambiar un régimen dictatorial, cosa loable y valiente, y que se expone ante el ejército, y algunos incluso mueren, cuando se presenta la ocasión, violan mujeres.

El titulo que estoy usando hoy para esta columna es viejo y es mío. Lo usé para una editorial de una revista que dirigí durante un año que se llamaba “La mitad del cielo” y que era parte de una institución que funde y que fue un estrepitoso fracaso. En uno de sus números escribí un articulo llamado “Vivir sin esperanza”.

Esperanza viene de esperar. Vivir con esperanza es vivir esperando algo que todavía no ocurrió y que no tengo certeza de que efectivamente ocurra. Y no quiero depositar mi vida y su transcurrir en un acertijo. Prefiero vivir con dudas, y con preguntas, y muy atenta. ¡Y claro que quiero que algunas cosas cambien! Pero el gran cambio no está en mis manos.

Entonces la esperanza me suena a parálisis. Cada vez que escucho decir: “¡Qué horror todo lo que está pasando!” me resulta muy difícil no tener la certeza de que esa persona no hará NADA para que las cosas cambien. Es más, pienso que es parte del horror. Pero eso es un prejuicio mío, no me hagan caso.

A riesgo de repetirme volveré a escribir la Oración de la Serenidad que es la columna vertebral de lo que inculca Alcohólicos Anónimos:

“Señor, pido serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
valentía para cambiar las que puedo,
y sabiduría para reconocer la diferencia”.

Pienso que aquí hay una clave de vida incontestable.

Respecto del tema que nos ocupa desde hace dos semanas, es vital terminar con el horrorizarse, y con el tal vez, algún día, en el futuro, cuando las cosas cambien...

Las cosas son como son. Cualquier intento que no pase por la aceptación está destinado al fracaso, porque es un deber moral e indispensable para nuestra conciencia individual el hacer algo. Ante este criterio de realidad tan salvaje y absolutamente inabordable como totalidad, solo nos queda hacer foco en nuestro entorno más cercano.

Todos tenemos mujeres cercanas cuyas vidas podemos mejorar. Y con muy poco. Porque resulta que el buen trato es revolucionario. El recuerdo y un llamado telefónico a una tía anciana. El buenos días y el por favor a la portera, unas flores a una amiga, una hija, una madre, una hermana. Pero estemos atentos a los gestos vacios.

Yo compro flores cada vez que me invitan a cenar y quiero ser amable con la dueña de casa. Eso no sirve de nada. Eso es amabilidad social y nada más. No es de eso de lo que estamos hablando aquí. Estamos hablando de reivindicar en las mujeres que tenemos cerca, tanto maltrato, tanta vejación y tanto olvido de su condición humana de todas las mujeres que nos precedieron desde el principio de la historia. Y eso solo se logra con respeto. Respeto, permítaseme en este caso, por la diferencia. Porque no somos iguales. Si la humanidad nos percibiera como iguales no pasaría lo que esta pasando.

Claro que también podemos ingresar en una ONG o viajar a África, o a Centroamérica y trabajar activamente por la causa. Existe el maltrato hacia las mujeres en cualquier lugar del mundo. Cerca nuestro también. Miren con los ojos bien abiertos y encontrarán enseguida una mujer muy próxima a la que hacerle la vida mejor.

Y nunca mas digamos que horror.
Y nunca más nos escudemos en que el futuro será mejor.
El futuro no será mejor si nosotros no cambiamos ahora.

Los abrazo.

Leonor.

domingo, 20 de noviembre de 2011

ESTO ES UN RUEGO

¿Por qué un hombre amenaza a una mujer con pegarle donde más le duele y mata a su hijo?

¿Por qué en una publicidad de cerveza, creo, un hombre dice que se ira de viaje y una voz en off le recomienda entregar a su hermana para convencerlo de quedarse a fines de no romper el grupo de amigos?

Y si mezclo estos dos sucesos que están a años luz uno del otro en cuanto a su gravedad y consecuencia es porque creo que tienen la misma raíz, y esa raíz se llama misoginia. Y es algo que está tan agazapado y oculto en la publicidad, en el lenguaje cotidiano y en nuestra conducta, que pasa desapercibido si no estamos muy atentos. No escuché a nadie escandalizarse por la publicidad de cerveza. Nadie me dijo que la venganza criminal de la muerte de Tomas era un acto de violencia machista.

Y me paro frente a esto con el mismo intento de ecuanimidad con el que me enfrentaría al racismo o a la discriminación sexual. Les pido por un momento que se olviden del sexo al que pertenecen y que los hombres no se sientan atacados ni las mujeres victimas.

Desde mi condición de mujer blanca, heterosexual, no judía, no pobre, no antisemita, me permito deshacerme de todas esas etiquetas para reclamar en nombre de la construcción personal y colectiva de un mundo mejor, y para los que conformamos esta pequeña comunidad de reflexión que es este blog, poner la máxima atención que les sea posible, UNA NUEVA ATENCION, al tema del lugar que cada uno de nosotros otorga, en las pequeñas acciones de todos los días, en el lenguaje, en el trato, a nuestras compañeras de existencia.

Y si escribí UNA NUEVA ATENCION con mayúsculas es porque estoy convencida de que todos creemos que tenemos el tema superado y que son “los otros” los que deben cambiar. Entonces les pido que nos pongamos sutiles y atentos a nuestras conductas y más todavía a nuestros pensamientos.

¿Qué significa en realidad el término “igualdad”?

Yo no puedo cambiar el hecho de que las mujeres, aun en puestos muy importantes, ganen menos que los hombres, pero si puedo modificar mi pensamiento acerca de la aceptación física de ciertos estereotipos. La misma marca de cerveza, en una publicidad anterior, usaba a una chica con nariz grande para ejemplificar que un amigo se sacrificaba por otro al acercarse a ella. ¿Adónde iría a parar la carrera de un actor como Diego Peretti si se pensara lo mismo de él? Hasta donde yo sé, en este momento está representando “Un tranvía llamado deseo”, la obra de Tenessee Williams que está en la memoria de casi todos porque fue interpretada por Marlon Brando. ¿Alguien dudó al proponer a Peretti para ese papel porque su físico no concordaba con el del actor norteamericano que siempre ha sido considerado como uno de los hombres más bellos de la historia?

El ruego del titulo tiene que ver con que no nos consideremos a salvo. Las mujeres somos tan responsables, y a veces más, del maltrato y la falta de igualdad para con nuestras congéneres. Somos las primeras en poner a las demás mujeres en escalas de productos a ser consumidos. ¿Nunca pensamos en no salir con amigas a las que consideramos más atractivas? ¿Nunca dijimos “vieja” como un insulto? ¿Nunca pensamos que fulanita está gorda? Es un lenguaje que rara vez aplicamos cuando nos referimos a los hombres.

Todos esos pensamientos tienen la misma raíz, pero si creemos de verdad que el aleteo de una mariposa en Japón puede desatar una tormenta en San Francisco, debemos estar al tanto también de que una mente desequilibrada y salvaje, por “pegar donde más duele”, y por no poder reflexionar porque no tuvo la suerte de que encontrar quien lo guiara, puede terminar matando.

Es probable que hoy esté algo enojada. Les pido perdón, pero quería tocar el tema.

Los abrazo.

Leonor.

domingo, 13 de noviembre de 2011

RESISTIR

Cuando escribí no resistir quería escribir no resistir.

No se equivocaron ustedes al leer ni me equivoque yo al escribir. Es verdad que puede prestarse a confusión, sobre todo porque el término es usado casi como la única posibilidad de lograr las cosas: resistir.

Creo que escribí “no resistir las tormentas” o algo por el estilo. Y es verdad, las tormentas no se pueden resistir: ocurren. Y con lo que ocurre por fuera del marco de nuestra voluntad solo hay una cosa para hacer: fluir.

Y si no, pregúntenle a los navegantes, o a los nadadores. A nadie se le ocurriría resistir. Ellos saben que hay que acompañar el movimiento, que es imposible ir en contra de algo que es más fuerte y que no fue decidido por nosotros.

Hay un dicho que dice: “Lo que se resiste, persiste”. Yo estoy en contra de casi todos los dichos populares. Por ejemplo “más vale malo conocido que bueno por conocer” me parece una aberración de la inteligencia ya que insta a las personas a quedarse quietas, a no buscar, a no arriesgar, a no conocer, pero con el que acabo de mencionar estoy de acuerdo.

Resistir es vivir en tensión física y psíquica. Resisten los ejércitos que pretenden ganar batallas, pero nosotros queremos vivir felices y la felicidad no se logra con resistencia ya que la mayoría de las cosas que nos afectan o nos producen sufrimiento ocurren sin nuestra autorización.

Estoy hablando de las cosas verdaderamente importantes: la vida, la muerte, las enfermedades, el amor o el desamor. Cualquiera de nosotros ha vivido alguna de esas experiencias y sabe que en el momento de la aceptación de lo ocurrido como algo inevitable, ha comenzado la sanación.

Si una pareja me abandonó, o me traicionó y pasa el tiempo y yo sigo con la obsesión de que vuelva o deseando que se le caiga una maceta en la cabeza desde un decimo piso, soy cualquier cosa menos una persona libre, sigo atada a un sentimiento que no deja lugar a una nueva relación o, simplemente, a enterarme de como soy sin una pareja a mi lado. Eso no significa que no llore las pérdidas.

Mi padre murió hace mas de treinta años y todavía se me entristece el corazón cuando lo pienso, y probablemente esto ocurra hasta el ultimo día de mi vida, pero hace tiempo que se que lo que llaman destino es un misterio que me esta vedado. Y lo acepto. Y también lloro a veces. Pero no me resisto.

Fluir es acompañar lo que ocurre en estado de alerta. Un alerta saludable y alegre, pero sobre todo sin esfuerzo, porque de repente hay algo que puedo modificar con mi acción y seria bueno estar despierto para darme cuenta.

Una parte del Evangelio dice: “No resistáis al mal” Y casi todas las religiones y filosofías están de acuerdo.

Víctor Franl dice en el prologo de su libro “El hombre en busca de sentido”: “No aspiren al éxito: cuanto mas aspiren a el y mas lo conviertan en su objetivo, con mayor probabilidad lo perderán. Puesto que el éxito, como la felicidad, no puede conseguirse, debe seguirse...como si fuese el efecto secundario no intencionado de la dedicación personal a algo mayor que uno mismo”.

Los abrazo.

Leonor.

P/D. FLUIR es uno de los libros más interesantes que he leído en mi vida y siempre lo tengo a mano. Su autor es Mihaly Csikszentmihalyi, profesor y decano del departamento de psicología de la universidad de Chicago.

domingo, 6 de noviembre de 2011

LOS OTROS, LA PATRIA, YO

Me gusta empujar el horizonte. Ya lo saben. No estoy diciendo nada que alguien que mas o menos me conozca no sepa.

No logro aceptar que no poder comprar dólares es la noticia del día. Leo los diarios, usualmente me basta con el titulo en letras destacadas y ya puedo inferir el contenido.

Y me invade algo bastante parecido al tedio. El G 20, las próximas elecciones en España, el referéndum de Grecia, la muerte del jefe de las FARC, el encuentro Cristina-Obama, y lo más interesante que me pasa es decir “Aha”, y la pregunta que inmediatamente aparece es “¿Cambiará esto algo de la vida de la gente?”.

E inmediatamente me pregunto si alguien quiere cambiar la vida de la gente y la respuesta es si. Y vuelvo al poema de Borges de la ultima vez y concluyo que cualquiera que acaricie el lomo de un animal dormido o que disculpe una ofensa quiere cambiar la vida de los seres que existen.

Pero no era este el tema al que me quería referir. Mi tema de estos días ha sido la política. Y cuando hablo de “mi tema”, es que hablo de mi tema interno, del continuo reportaje que me hago a mi misma, (lo siento, resabio profesional o tara de famosa no totalmente resuelta) y este tema ha sido la política.

“Te interesa la política, Leonor?”
“Muchísimo.”
“A que partido perteneces?”
“A ninguno.”
“Me parece algo contradictorio”
“Es simple, soy una persona muy política que no pertenece a ningún partido. Me pasa algo parecido con la religión, me considero una persona muy religiosa de ninguna religión”.

Me explico: según los griegos, la polis es la ciudad, el lugar en el que se lleva a cabo la vida en la comunidad, y para que esa vida sea satisfactoria para todos, ese lugar y su cuidado tiene que convertirse en una motivación prioritaria para todos sus habitantes.

Y cuando digo todos quiero decir todos, piensen como piensen. Y resulta que ningún partido en su conjunto se comporta de esa manera. Y entonces tengo un partido imaginario conformado por personas todas pertenecientes a partidos diferentes a las que nunca escuché ofender a otros, y a cambio de eso expresar sus planes e ideas para mejorar las cosas.

Me gustan Norma Morandini, Maria Eugenia Estensoro, Adrian Pérez. Gabriela Michetti, Ernesto Sanz, Liliana Mazzure, Graciela Ocaña, Fabiana Ríos.

A lo mejor los juntamos y mi sueño estalla por el aire y se convierten en una bolsa de gatos porque lo único que tienen en común es que jamás los escuché desvalorizar a otro y mucho menos ser prepotentes para exponer sus ideas.

Y tal vez eso sea demasiado poco para que conformen un grupo político que se ocupe del bienestar de la polis. Sin embargo yo provocaría esa reunión hasta por curiosidad, porque es tal lo gastada que está la practica de la política de la que somos testigos cotidianos, que me gustaría saber qué pasa con un grupo de personas cuyo único nexo es no desjerarquizar al otro, no desvalorizarlo para resaltar el propio valor.

Repito, solo por curiosidad. Y seguramente ustedes pueden agrandar esta lista con aquellas personas de cualquier partido a las que nunca escucharon insultar a un contrincante. Insisto, no hace falta estar de acuerdo.

Y se me ocurrió este pensamiento porque estoy en Paraguay, invitada por mi amigo Arnaldo André y aprovechando para visitar a mi hijo menor que está radicado y trabajando en Asunción desde hace ya tiempo, y una vez mas pienso en el concepto de patria como un invento necesario solo a fin de alimentar divisiones innecesarias.

¿Debo sentirme extranjera en Paraguay?
¿Qué significa ser extranjero?
¿Qué derechos me son quitados y cuales otorgados por haber cruzado una línea que tiene existencia solo en el trazado imaginario de los mapas?

Y no puedo dejar de pensar que el prologo de la Constitución dice que estamos abiertos a todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar el suelo Argentino.

¿A todos?
¿Cuáles son los hombres de buena voluntad?
¿Cómo se mide la buena voluntad?
¿Tienen todos los políticos buena voluntad?
¿Somos, cada uno de nosotros, hombres de buena voluntad?

Los abrazo.

Leonor.

P/D. 1) Mi periodista imaginario me preguntó si no era una contradicción ser una persona política y no pertenecer a ningún partido: si, lo es. No está dicho en ninguna parte que no se pueda tener contradicciones.
2) Mi hermana es dibujante de imágenes sagradas. Este fue su regalo de cumpleaños. Me pareció que era una cosa buena compartirlo con ustedes.


3) En algunos provocó angustia una parte del post anterior, precisamente esa en que escribí que tal vez un día se acordarían de alguien que les enseñó que el paso del tiempo no era un castigo. Es probable que esa angustia difusa sea consecuencia de que esa frase, necesariamente, contempla la posibilidad de la no existencia física. Digo...tal vez.
4) Escribo esto y pienso que no todas las noticias me dejan indiferente: leo que ha muerto un hijo de Hugo Moyano y me conmuevo. En ese momento es un hombre que llora la muerte de un hijo. No está reclamando nada, no está haciendo piquetes, no amenaza a nadie. Es un ser humano en estado absoluto de dolor. No estoy de acuerdo en nada con Hugo Moyano, pero eso es otra cosa: señor Moyano, lo acompaño en sentimiento.
5) Es probable que este mensaje sea lo mas parecido a una colcha de retazos que yo haya escrito nunca, pero sepan disculpar, seguramente se deba a que lo ha escrito una extranjera.